31/8/08

METALURGIA INCA


"Los indios saben muy bien dorar las piezas y cosas que ellos labran de cobre y oro muy bajo. Y tienen en esto tanto primor y excelencia y dan tan subido lustre a lo que doran, que paresce e que es tan buen oro, como si fuese de veynte e tres quilates o mas ...” (Fernández de Oviedo).

La característica principal de la metalurgia incaica, es el haber asimilado, las mejores técnicas de las culturas preincas y aplicarlo. Se elaboraron utensillos y/ o instrumentos, para tipo utilitario y ceremonial.
MINERALES: Oro, Plata, Cobre, estaño, bronce (aleación de cobre con estaño), tumbaga (aleación de oro y cobre).
EXTRACCIÓN: «…Y en este cerro de Porco, que está cerca de la villa de Plata, había minas, donde sacaban plata para los señores; y afirman que mucha de la plata que estaba en el templo del sol de Qoricancha fue sacada de este cerro…». (Cieza de León). La extracción de los minerales se realizaron principalmente, en la zona sur (altiplano) y en la zona norte (costa norte). las personas que se encargaban de esta labor eran conocidos como mitmaqunas.
HORNOS: Huayrachinas.

TÉCNICAS DE FORMA

LAMINADO: es el resultado del trabajo de martillado con un percutor, piedra o hueso según la etapa de la labor, sobre una piedra plana como yunque.

RECOPADO: es la técnica donde una sola lámina se amolda a un alma o a una pareja de moldes de madera con la decoración en relieve tallada, martillando las paredes para que la lamina se forme.

VACIADO: con uso de moldes de cerámica, permitía hacer en una sola pieza un objeto de metal.


TÉCNICAS DE DECORACIÓN
CALADO: consiste en cortar con cincel en el espacio interno de la lámina dejando "ventanas" que se adecuen a la decoración deseada.
REPUJADO: consiste en trazar incisiones cóncavas con un buril de punta roma por ambos lados de la lamina, anverso y reverso.
EMBUTIDO: es la técnica con la cual se da concavidad o convexidad a zonas de la lamina, golpeando con el percutor sobre un molde .
CINCELADO: consiste en lograr crear dos planos decorativos a una lamina cincelando a ambos lados de la lamina, en placas.
INCRUSTACIÓN: se dejaban zonas en el molde que luego eran incrustadas con otro metal.

TÉCNICAS DE UNIÓN
UNIONES MECÁNICAS:
ENGARZADO: consiste en pasar una lámina muy estrecha y plana entre los agujeros calados en las dos piezas a ser unidas.
DOBLADO: consiste en introducir una lengüeta, formada en la pieza a aplicar, en una ranura calada en la lámina; la lengüeta se dobla en el reverso.
REMACHADO: consiste en unir dos láminas con tachuelas que lucen son martilladas en el reverso.
ENGRAPADO: se logra con cables delgados, de corte usualmente rectangular, resultado del trefilado.
UNIONES QUÍMICAS:
SOLDADO(welding) o "autógena": consiste en la fusión de dos o más pedazos de metal aplicando calor a los puntos de unión, sin uso de otro elemento para unir las láminas.
LA SOLDADURA (soldering): implica el uso de una tercera sustancia para unir las partes de una pieza. Esta sustancia puede ser de un metal similar al de la pieza, otro metal o aleación metálica con punto de fusión bajo (que se funde a baja temperatura).

ARQUITECTURA INCA

CARACTERÍSTICAS: Sencillez, Solidez, Simetría y Monumentalidad.
MATERIA PRIMA: andesita, diorita, caliza, granito, adobe, etc.
CANTERAS: Toqocachi (Diorita), Saqsawaman (caliza, diorita), Huaccoto (andesita), Rumiqolqa (andesita), Yucay (Caliza), Cachicata (granito), etc.
HERRAMIENTAS: Plomadas, niveles de agua, martillos (yunque), cinceles, barretillas, palancas,etc.
FORMAS ARQUITECTONICAS
USHNU: cumplían una función ceremonial y ritual.

QOLQAS: Depósitos de forma rectangular y/o circular, que estaban alrededor de todo el Qapac Ñan. Y en los principales complejos arqueológicos.

kANCHAS: Consistía en un cerco rectangular que albergaba tres o más estructuras rectangulares dispuestas simétricamente alrededor de un patio central.

KALLANCAS: Grandes recintos rectangulares, de hasta 70 metros de largo, asociados a centros estatales de importancia.

TAMBOS: Construidos con la finalidad de descando, depósitos de alimentos y los encontramos en todo el Qapac Ñan


ESTILOS ARQUITECTÓNICOS
RECTANGULAR


CELULAR

IMPERIAL

CICLOPEO

PIRCA

TRAPEZOIDAL

ALMOHADILLADO

ENGASTADO

12/8/08

REBELIÓN DE TÚPAC AMARU II: OTRA PERSPECTIVA

Ante la invasión española, las estructuras sociales, religiosas, políticas, culturales y económicas del Estado Incaico, se modificaron radicalmente (desestructuración), ya que predominó el dominio español. Surge un problema de identidad, en la cual, los nobles cusqueños, trataron de defender su rango social obtenido en el incario, y así poder obtener muchos beneficios ante la corona española.

Un ejemplo de ello, tenemos a Manco Inca, ante la llegada de Francisco Pizarro, se presentó como sucesor de Atahuallpa y así pudo “gobernar”. Pero conforme, avanzaba el tiempo (siglo XVIII), las familias nobles cusqueñas se vieron forzadas a presentar pruebas de su nobleza en dos ocasiones: La primera, a causa de la revisión del sistema tributario (1765 y 1780), a cargo de del visitador José Antonio de Areche; y la segunda, a causa de la rebelión de Túpac Amaru (1781), a cargo de Benito de la Mata Linares, intendente de Cusco.

La nobleza inca cusqueña, respondió a esta crisis en forma colectiva, se vieron forzados a distanciarse de la potencia política del simbolismo inca (de grupos rebeldes), redoblaron sus esfuerzos por construir su propia identidad colectiva, autorrepresentándose como pilares de la Corona y de la Iglesia. Se describieron como una entidad integrante del estado español, alejándose lo más posible de Túpac Amaru II.

Así como, la nobleza cusqueña luchaba por conservar su rango social, también Túpac Amaru II, luchaba por mantenerse en la élite cusqueñas, es así, que en el año de 1777, se trasladó a Lima, con el propósito de litigar por su reconocimiento como Marqués de Santiago de Oropesa. La elevación al Marquesado de Oropesa era la prueba decisiva para la sucesión en un supuesto trono inca, es decir, para ser reconocido social y oficialmente como heredero y descendiente directo del último inca (Túpac Amaru I). Túpac Amaru I, anhelaba este título, debido al poco atractivo de su procedencia como caique menor, y mestizo, un título como Marqués pudo ser el prerrequisito para que la nobleza inca sobreviviente lo acogiera.

La identidad inca de Túpac Amaru II. Asumió creciente importancia en los años inmediatos a la Rebelión, pero aún en el apogeo de la contienda seguía dirigiendo su mirada con nostalgia hacia sus raíces criollas, los testimonios contemporáneos manifiestan que hablaba latín y se vestía en un fino estilo español. Túpac Amaru II, intentó relacionarse con los criollos, al comienzo de la rebelión escribió a los Ugarte, una destacada familia criolla, para con cuyos dirigentes utilizó el saludo de “hermano”. Posteriormente, explicó que con esto había querido aludir a sus líneas de sangre inca y, a decir verdad, utilizó el mismo saludo en sus comunicaciones con el cacique realista Eugenio Sinanyuca, entonces su rival dentro de la provincia de Tinta. Debe destacarse que ningún miembro de la élite criolla respaldó abiertamente su rebelión.

Lo que debe haber sido una disminuida esperanza de un rotundo apoyo criollo recibió el tiro de gracia durante el sitio de Cusco (5 y 8 de enero 1781). Cuando el insurgente se enfrentaba a una enconada defensa criolla, atrapada bajo una lluvia torrencial que duró días, el componente criollo del ejército rebelde se retiró llevándose la mayor parte del armamento. Se trató de un motín total, empeorado porque cuando los desertores regresaron a su base en Sicuani ― de hecho eran la milicia local de Tinta― anunciaron una contrarrebelión. Con sus ambiciones irreparablemente destruidas, Túpac Amaru lanzó represalias contra los criollos de Sicuani, de las que ninguno parece haber sobrevivido. Es aquí cuando los testimonios contemporáneos ― algunos provenientes del campo rebelde― subrayan que el caudillo ordenó a sus tropas no dejar vivo a un solo criollo e, irónicamente, a ningún mestizo, cuando anteriormente sus órdenes habían sido las de matar únicamente a los españoles peninsulares. Esta decisión distó mucho de sus anteriores pronunciamientos y decretos, en los que llamaba a sus “amados criollos” a unirse al estandarte rebelde, insistiendo en que representaba sus intereses. Si en parte se trató de una estrategia para reclutarlos, tal vez con la segunda intención de neutralizar a los criollos que se mantenían hostiles o dudosos de sus intenciones, también cabe la posibilidad de que tales frases no hubieran sido del todo insinceras.

Sin embargo, existen indicios de que el desencanto de Túpac Amaru con su identidad hispánica y sus “amados criollos” precedía a su rebelión. Su fracaso en el juicio por la sucesión al Marquesado parece haber mermado su aprecio por el sistema judicial español. Posteriormente él mismo admitió que su lucha fue en cierta medida motivada por “la poca justicia” que había recibido en Lima. Insistía, aludiendo al fallo no unánime de la Real Audiencia, en que su derecho a la sucesión había sido reconocido. Además, el litigio debió haber erosionado sus relativamente modestos recursos. Por una parte, la administración de la justicia era lenta y pesada, y por otra, parece que Túpac Amaru residió en Lima durante gran parte de 1777, lo cual en sí constituyó un costoso ejercicio al que se agregaron además los pagos a abogados y notarios.

A lo anterior debe añadirse el costo de oportunidad del abandono de su oficio de arriero durante ese lapso, aunque es posible que tales gastos hubieran sido sufragados en parte por algunos familiares. Quedan varias muestras de que trató de recuperar sus pérdidas: los recibos de impuestos por el mes de diciembre de 1777 indican que a su regreso al Cusco había llevado consigo unos 30,000 pesos de textiles. Sin embargo, en ese preciso momento el Virreinato fue objeto de una cantidad de importaciones sin precedentes, por lo que el mercado estaba saturado y, por ende, es posible que la mayor parte de las mercancías de Túpac Amaru no se hubieran vendido. Cabe agregar que a partir de 1778 y hasta el comienzo de la rebelión en noviembre de 1780, hubo un enorme incremento en el volumen de ventas de mercancías forzadas por parte de los gobernantes de provincia, siendo el Corregidor de Tinta, en la provincia de Túpac Amaru, uno de los causantes principales. Por este motivo, es muy probable que las mercancías traídas de Lima se quedaran sin vender o se vendieran a un precio risible. Sin duda esta clase de experiencias tiende a engendrar la alienación política.

Retornando al reclamo de Túpac Amaru II, sobre el Marquesado de Oropesa, los nobles cusqueños, organizado en la institución “Los Veinticuatro Electores del Alférez Real”, refutaron el reclamo de José Gabriel Túpac Amaru de ser “rama principal” de la descendencia inca, y la vehemente oposición de dicho Colegio a su rebelión. Después de la aplastante derrota del caudillo, los nobles incas no podían menos que negar su participación en la rebelión y proclamar su lealtad al Monarca. De hecho, varios nobles destacados habían apoyado con distinción la causa real, algunos de ellos pereciendo en batalla, sobresaliendo el noble cacique de Oropesa, Pedro Sahuaraura, quien murió en los tempranos días del conflicto en la quema de la iglesia de Sangarará. Tal evidencia se constata en la objeción que estos interpusieron durante el juicio entre José Gabriel Túpac Amaru y Diego Felipe Betancur Túpac Amaru, en el que cada cual reclamaba ser descendiente de la nobleza inca y, por consiguiente, sucesor por derecho al Marquesado de Oropesa. Tras la muerte de Betancur, Vicente José García, hijo político del primero, se convirtió en su adversario, loss mismos electores compartían la antipatía de Túpac Amaru por García. Cuando en 1783 el Corregidor del Cuzco pidió a los electores presentar confirmación escrita de su nobleza, estos declararon que les era imposible cumplir con la demanda, ya que García los había engañado para separarlos de sus títulos, También agregaron que aun antes de la rebelión habían informado a la Corona que José Gabriel Túpac Amaru no tenía derecho a llevar la mascapaicha. El que la utilizara durante el curso de la sublevación equivalía a un sacrilegio, pues se apropió de su símbolo más sagrado.

La intervención de los electores en el pleito a favor de Betancur y su consecuente rechazo a las pretensiones de José Gabriel fueron categóricos. Aparte de poner en duda su autenticidad como cacique, los electores subrayaron que Túpac Amaru era forastero, provinciano, mestizo e hijo de un don nadie y de una “india” del común.

Hasta su identidad como “cacique de pueblos” ―en todo caso un cargo modesto― fue puesta en duda por los electores; en efecto, Túpac Amaru había sido cesado en su cargo por el Corregidor de Tinta en 1778 ―este era el meollo de su disputa con Esteban Zúñiga, quien por un tiempo ocupó interinamente el cacicazgo―. Rechazado por la elite indígena, Túpac Amaru no parece haber corrido mejor suerte a manos de la elite criolla, muy aparte del trato que le dieron los jueces de la Real Audiencia. El mismo Túpac Amaru admitió que fue tratado con burla, ignorado, amenazado y vejado por sucesivos corregidores de Tinta. En los primeros días de la rebelión intentó congraciarse con los Ugarte, con el Obispo del Cusco y con el prestigiado cacique del cercano Coporaque, Eugenio Sinanyuca; ninguno de los cuales parece haberle prestado atención, al menos públicamente. Túpac Amaru no logró despertar el reconocimiento ni el respeto a los que se creía con derecho en virtud de su ascendencia inca. Simple y sencillamente, su muy particular percepción de su propia identidad no fue reconocida en la esfera pública.

Túpac Amaru no solo trató de infiltrarse en la nobleza, sino que trató de pasar completamente por alto al colegio electoral. Mientras que existen pocas dudas de que era descendiente de incas, no hay pruebas de que perteneciera a ninguna panaca o “casa”; de haber sido así, lo más seguro es que hubiera tratado de lograr preeminencia a través del colegio electoral. De hecho, aun antes de la Rebelión su propia identidad multifacética se convirtió en una amenaza contra la identidad individual y colectiva de los electores y, por consiguiente, contra la de todos los nobles incas sobrevivientes de la ciudad y cercado del Cuzco.
CONCLUSIONES:
Con esta información, se pretende dar a entender, que tras la lucha de Túpac Amaru por defender a los andinos, de los diversos abusos cometidos por los invasores, también, existieron, asuntos personales, por los cuales luchaba, asimismo, Túpac Amaru II, imaginaba por entero una nueva comunidad. Su visión emanaba del mismo pasado dorado, pero se enfocaba hacia adelante, a un futuro diferente controlado por los colonizados, quienes en lo sucesivo estarían en libertad de construir un nuevo incario. La nobleza inca veía su futuro en base al “futuro pasado”. Mientras Túpac Amaru buscaba una transformación.

LOS ÚLTIMOS INCAS DE VILCABAMBA


A la muerte de Manco Inca en 1544, la Mascapaicha quedó por repartirse entre sus tres hijos: Sairi Túpac, Túpac Amaru y Titu Cusi Yupanqui, heredando la borla en primer lugar Sairi Túpac.
SAIRI TÚPAC:
El virrey Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, lo invitó a ir a Lima para entrevistarse con él, contestándole el joven inca con seis indios mensajeros, se hicieron los tratos del caso y Sairi Túpac aceptó ir a Lima. El joven inca entró a Lima en el anochecer del 5 de mayo de 1558 con un sequito de 500 indios principales, salieron a recibirlo el virrey Hurtado de Mendoza y la Audiencia, también varios funcionarios.
En el palacio virreinal le prepusieron hacerse vasallo de emperador Carlos I, cosa que el Inca aceptó exponiendo que lo hacía para propiciar el buen trato a los indios y que se acabaron, en lo posible, los abusos contra estos. después retornó a Jauja, luego a Huamanga, llegando al Cusco, se bautizó y tomó el nombre de Diego, luego pasó a vivir al palacio de Yucay, pero allí lo sorprendió la muerte en 1560.

TITU CUSI YUPANQUI: El inca cronista.
Cuando conoció la muerte de Sairi Túpac, el príncipe Titu Cusi Yupanqui, desplazando a su hermano Túpac Amaru, aquién encerró en el acllahuasi de Vilcabamba-se autoproclamó inca de los Cuatro Suyus, mostrándose rebelde en grado sumo, se constituyó en el terror de los mercaderes viajantes. Más de diez años permaneció en esta agresividad actitud. Su desgracia era no contar con demasiados guerreros, por estar todos los territorios repartidos y vigilados por los españoles.
El nuevo virrey, Diego López de Zuñiga, conde de Nieva, no consiguió someterlo, su sucesor Lope García de Castro, que solo tuvo título de gobernador, tampoco lo logró. Sin embargo, cuando Fray Marcos García y el mestizo Martín Pando visitaron al Inca en Vilcabamba, el monarca les dictó una relación sobre cómo él entendía la historia de los incas y la conquista (invasión) española, la que otorgó como Diego de Castro Titu Cusi el 06 de febrero de 1570. Era el nombre con el que se había dejado bautizar en el pueblo de Rayangalla, por los frailes agustinos, el 28 de agosto de 1568.
Lope García de Castro, fue reemplazado por el virrey Francisco de Toledo. Este último escribió una carta al inca, el 16 de octubre de 1571, invitándolo a salir y entrevistarse con él, pero Titu Cusi nunca lo contestó; murió con vómitos de sangre en el pueblo de Pucyura. Los indios exigieron al único agustino que había quedado en Vilcabamba, fray Diego Ruiz Ortíz, que lo resucitara, pero como no pudo hacerlo, lo mataron cruelmente.
Indignado el virrey Toledo, por el hecho de que el Inca no le contestaba, tomándolo a desaire y culpándolo de la muerte del mensajero Atiliano de Anaya, le declaró la guerra ignorando su deceso. Entonces fue que los guerreros de Vilcabamba, al encontrarse acéfalos, proclamaron inca a Túpac Amaru sin noticiar a nadie de ello.

TÚPAC AMARU: Fin de la resistencia incaica.
Muerto Titu Cusi Yupanqui, fue proclamado nuevo inca Túpac Amaru, y es a fines de octubre de 1571 que se conoció la verdad, pero el virrey Toledo siguió con su plan de ataque a los incas.
Pregonó la campaña el Domingo de Ramos de 1572. Nombró por capitán general a Martín Hurtado de Arbieto, quien quedó a mando de todo. Hurtado de Arbieto partió de la ciudad del Cusco en mayo o junio de 1572. Al frente de sus hombres entró en el pueblo de Yucay y tomó el puente de Chuquichaca, sobre el río Vilcamayo. El héroe de la resistencia en aquel lugar fue un capitán del inca al que la historia recuerda solamente como Huallpa, quien murió causando admiración entre sus enemigos españoles. Se asedió luego la fortalecilla de Huaina Pucara, la que se capturó el 21 de junio, siguiéndose a Panguís, donde se halló una resistencia más decidida. Finalmente, sin embargo, Hurtado de Arbieto entró en Vilcabamba que fue tomado el 24 de julio.
Túpac Amaru escapó hacia los Manaríes en unión de sus mujeres e hijos, protegido pos unos pocos guerreros. Se lanzó en su persecución el capitán Martín García de Loyola, pero los guerreros incaicos lograron defender la retirada de su soberano. Sin embargo, con mucho esfuerzo los españoles consiguieron romper el frente y atravesar un caudaloso río, alcanzando a Túpac Amaru con sus mujeres e hijos, tomando a todos sus prisioneros.
Llevado cautivo al Cusco, Túpac Amaru fue condenado a muerte por traidor a la Corona, por rebelde y por no haberse rendido a tiempo. Lo de la traición se explicó porque su hermano Sairi Túpac había jurado vasallaje al emperador Carlos I y se entendía que lo había hecho en nombre de todos los príncipes incaicos.
Se le decapitó en la Plaza Mayor del Cusco en 1572, con la muerte de Túpac Amaru terminó una guerra de resistencia que había durado 36 años desde que Manco Inca la iniciara sublevándose en el Cusco contra Hernando y Gonzalo Pizarro.
Los incas de Vilcabamba cerraron con verdadero broche de oro la guerra andina del Perú. No hay otro caso similar en América. La muerte de Túpac Amaru significó un baldón en la actuación política del virrey Francisco de Toledo, quien en su mentalidad estricta y rigorista, se negó a remitirlo prisionero a España.

RESISTENCIA ANDINA (MANCO INCA)


Mucho me place lo que dices y hallarte con tan buena disposición para echar fuera esta gente de Quito, y has de saber que yo no he venido de Xauxa por otro afecto sino para impedir que ellos te hicieran daño, y librarte de su esclavitud, y puedes creer que yo no vengo para provecho mío, porque estaba yo en Xauxa seguro de tener guerra con ellos, y era excusado el trabajo de hacer tan larga y difícil jornada, pero sabiendo los agravios que te hacían quise venir a remediarlos y desfacerlos, como me lo mandaba el Emperador mi señor. Y así puedes estar seguro de que haré en favor tuyo todo lo que me parezca conveniente, y también para libertar de esta tiranía a los del Cuzco” Texto escrito por el secretario de Pizarro y cronista, soldado español Pedro Sancho de la Hoz.

Con el tiempo, Manco Inca se desengañó de los españoles: no eran dioses, eran hombres con virtudes pero también con defectos imperdonables. Uno de ellos era su ambición por el oro. Por obtener el metal dorado extorsionaban a los andinos. Incluso a él le exigían dar oro continuamente. El día que no fue generoso con ellos, lo encadenaron, lo pusieron en una celda y lo trataron como un vil prisionero.
En consecuencia, Manco Inca, con el pretexto de traer unas estatuas de oro macizo que estaban en Lares, obtuvo un permiso de Hernando Pizarro, quien vuelto de España era Gobernador de Cusco. Solo así pudo escapar, una vez en libertad proclamó la resistencia, y que duró siete lustros.
El 3 de mayo de 1536, el Cusco amaneció cercado por miles de guerreros. Los españoles que no llegaban a 200, se sintieron perdidos. Más todavía cuando Manco Inca, con ánimo de neutralizar a los caballos, inundó los alrededores de la ciudad.
Hernando Pizarro, en esta situación, fue el máximo jefe de unos 200 españoles y de aproximadamente 30,000 indios aliados, mayormente cañaris, Chachapoyas, tarmas, huancas, Yauyos y chancas. Desesperados, los castellanos salían a combatir con Hernando Pizarro al frente. Los españoles solo retenían la Plaza Mayor y la casa de Hernán Ponce de León, todo lo demás había sido tomado por Manco Inca y sus guerreros. Entonces fue que, Hernando Pizarro, entendiendo que no había otra solución, decidió tomar Sacsayhuamán. Solo así podían salvar las vidas de sus hombres y seguir defendiéndose en la ciudad.
La toma de Sacsayhuamán se llevó a cabo el 16 de mayo de 1536. El éxito de la operación se debió a la situación desesperada de los españoles, al apoyo de otros indígenas y también a las escalas de madera, técnica desconocida para los indios, pero aprovechada por los castellanos.

EL FINAL DE LA RESISTENCIA:
Hernando Pizarro efectuó varias salidas con sus jinetes para capturar a Manco Inca, pero nunca lo pudo atrapar. Sin embargo Manco Inca, tenía dos inconvenientes: no todos sus guerreros le eran absolutamente fieles, pues había algunos que preferían su independencia regional, en segundo lugar, estaba la falta de provisiones, pues por causa de la guerra no se habían podido sembrar los campos ni llenar los depósitos. Manco Inca, para evitar morir de hambre inútilmente, empezó a licenciar a sus soldados. así empezço su retiro hasta Vilcabamba.